Escritos y lecturas

Por Stella Cano Arango La idea planteada por el Presidente Santos, y por distintos funcionarios del gobierno, sobre la necesidad de “ampliar el espectro de los delitos conexos al delito político” ha generado opiniones   y reacciones que deben ser analizadas  por el país y en especial, por los especialistas del derecho, en el marco de las sentencias y pronunciamientos que al respecto han emitido las Cortes Constitucional y Suprema de Justicia. Es fundamental para el debate tener claro que una cosa es el delito de narcotráfico y otra muy distinta es que el delito de narcotráfico pueda llegar a tener conexidad con el delito político o de subversión, en cuanto se incurrió en el primero, como medio de financiación y manutención  de un ejército guerrillero de 30.000 hombres, como llegó a tener en sus filas las FARC-EP.  Y algo que también debe quedar claro es que hay frentes, según Iván Márquez narcotraficantes puros, que tienen esta actividad como negocio y no aceptan

I Muy lamentable y también muy extraño el secuestro del General Alzate. Muchos interrogantes, inconsistencias e irregularidades que deberán tener explicaciones y respuestas, una vez superada la situación y liberados los rehenes.   Veamos: La información que suministra el único lugareño testigo que se atrevió a hablar a los medios, es muy distinta al reporte oficial suministrado por el soldado conductor de la lancha.   ¿Quién dice la verdad? ¿Por qué el General Alzate no siguió los protocolos establecidos para zonas rojas y se dirigió a un terreno de conocido predominio guerrillero, sin escolta, sin avanzada de soporte, sin helicópteros, sin armas, sin uniforme?   ¿Cuál era el propósito de su desembarco en Las Mercedes?   ¿Cómo es posible que el soldado que manejaba la lancha debió navegar rio abajo   veinte minutos para avisar a sus superiores, como si no dispusiera de un teléfono satelital o al menos celular, perdiendo tiempo valioso que aprovecharon los captores

Hablar sobre el conflicto que padece el país o sobre el proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana, provoca en algunos interlocutores alteraciones de ánimo y altercados hasta el punto de tener que abandonar el tema   para evitar confrontaciones mayores, como sí este no fuera ya parte de la cotidianidad, de la historia   y de la cultura colombiana. Es explicable que algunos espíritus estén habitados por la polarización, el resentimiento y el escepticismo, producto de más de cincuenta años de violencia, en un enfrentamiento despiadado que ha cobrado más de 220.000 vidas y seis millones de víctimas por secuestros, masacres, desapariciones forzadas, desplazamientos, mutilaciones por minado de campos, reclutamiento de menores y delitos sexuales   con   actores que transgredieron todo límite causando una de las peores crisis humanitarias de los años recientes. Soñar un país pacifico donde las armas dejen de ser instrumento de la política no es una utopía. El conocimiento

                           No extrañan las críticas al Presidente Santos por las visitas de Timochenko a La Habana de parte del senador Uribe, del Centro Democrático y de otros enemigos declarados del proceso de paz como Salud Hernández.   Asombran en cambio las de quienes dicen apoyar el proceso como María Isabel Rueda. Así mismo, sorprende la imprecisión del Ministro Pinzón para informar a la opinión pública sobre el hecho. Es claro que las conversaciones de La Habana no tendrán un resultado positivo sí   la mesa de negociación no tiene la representación suficiente de la fuerza insurgente organizada en los distintos frentes. El grupo de negociadores cuenta con miembros muy representativos del Secretariado pero Rodrigo Londoño Echeverri alias Timochenko, que no hace parte de la mesa, es el máximo líder de la organización con treinta años en la guerrilla y una fuerte ascendencia en las tropas por su formación, desempeño y carácter eminentemente militarista. Sus vis